miércoles, 24 de noviembre de 2010

Las Meninas 2010

Una delicatesse... un obsequio a la contemplación. ¿O es que el autor se deleita con una espléndida e inquietante arrogancia de encumbrada abstracción?

























Mi réplica de Las Meninas.



























Las Meninas en el museo Del Prado, Madrid (318x276cm)























Detalle donde Nicolasito Pertusato molesta al adormilado perro mastín.




Según F. Calvo Serraller algunas de las aristas de esta obra de Velázquez serían: que "el cuadro es un homenaje a la nobleza de la pintura"; que se trata de "una reflexión sobre el arte de representar"; o en fin, que es "un portento de representación". Luego si se quiere un juicio crítico más a fondo se puede consultar Las Meninas de F. Calvo S. o Las palabras y las cosas de M. Foucault.
Ahora bien: ¿Qué valor plástico puede contener cuando se trata de una réplica? Quizás se la puede apreciar como un objeto puramente decorativo junto a otros tantos destinados a este fin. No obstante, tratándose de una obra de elaboración compleja, se advierte que difícilmente se realizara otra a corto plazo, con lo que ésta copia se convierte en un producto de una edición muy limitada.
¿Habrán pintores en Madrid que ejerciten el arte de la representación pictórica copiándo Las Meninas o La fragua de Vulcano de Velázquez?


























He aquí al pintor durante una metamórfosis.


Se de una ciudad en China donde hay una "fabrica" de copias de pinturas, de todas las épocas y estilos, que se caracteriza por su hechura ultrarápida y de valores muy económicos, pero que a simple vista se notan carencias bastante groseras y obviamente trabajadas con materiales de dudosa calidad como suelen ser los óleos chinos, por ejemplo -toda empresa busca abaratar costos a como de lugar.
Una de mis intensiones al respecto es que las réplicas lleguen a ser algo así como un sortilegio para quien las contemple, atrayéndole hacia un universo fascinante, donde goce y deleite la pintura al óleo y no sufra una decepsionante impresión con un trabajo que es una letanía de insultos e injurias hacia el pintor que dió su vida para concebirlas; la réplica se trata de un homenaje al arte de la pintura, no una traición que sólo busca el lucro fácil con la fabricación y venta de cualquier chucheria.
Ciertamente el artista aspira a disponer de alguna fortuna para trabajar con holgura, para visitar los más prestigiosos museos del mundo en una gira de estudio, o ya para adquirir una obra original en alguna subasta de la casa Christie's o Sotheby's de Nueva York o en la Galeria Carroza en Santiago de Chile. Pero se querría ésta fortuna por propio mérito, no a costa de la explotación y lucro con el trabajo de otros.


Etapas en la elaboración de Las Meninas


























Dibujo y primeros trazos con aguada.

























Una aguada completa.


























En reposo para la contemplación y buscando tonalidades apropiadas.




















Una Obra Maestra en una habitación moderna.




En esta ocasión expuse una serie de fotos con distintos momentos de mi elaboración de Las Meninas... Entre el comienzo y el final han pasado largos meses con pausas en el trabajo por motivos de toda índole -paralelo a investigaciones teóricas (en dinversos ámbitos del conocimiento: ciencia, literatura, filosofía, arte, etc.) he trabajado un "Autorretrato", "Campo de trigo" y "Noche estrellada" de Van Gogh, "Luna llena en Valparaíso" de Tutt Madsen, "Desnudo yacente" de Modigliani, de nuevo "El huaso y la lavandera " de Rugendas y "Puerto Aguirre" de Dazkam que estoy por concluir. Éstos últimos trabajos más dos anteriores se pueden apreciar en una galeria de imagenes que viene a continuación.


Últimas réplicas




















































































































































lunes, 26 de abril de 2010

Última vuelta de tuerca.

La Escuela de Atenas. Rafael Zancio. Stanza della Segnatura, Palazzi Pontifici, Roma.


Quiero insistir en el propósito inmediato de mi oficio, a saber: acercar al publico amante de la pintura al óleo una copia o réplica de las más célebres Obras Maestras de todas las épocas que están en la Sala Principal de los más prestigiosos Museos del mundo,incluyendo, en un extenso catalogo de obras, algunos pintores chilenos que se han labrado un prestigio universal en el arte de la representación pictórica (Para revisar algunas réplicas vaya a Archivo del blog 2009).

Con esta intensión, precisa y clara, la página de hoy incluye una finísima selección de imágenes de Obras Maestras de todas las épocas y estilos de mis pintores predilectos, con los datos del museo al cual pertenecen y sus dimensiones. Por cierto que esta selección es antojadiza y la lista se puede ampliar atendiendo el gusto del interesado.




El nacimiento de Venus. Sandro Botticelli. Galeria degly Uffizi, Florencia (184 x 285 cm).





La Gioconda o Monalisa. Leonardo da Vinci. Musée du Louvre, París (77 x 53 cm).




Susana y los viejos. Jacopo Tintoretto. Kunsthistorisches Museum, Viena (147 x 194 cm).





Baco y Ariadna. Tiziano Vecellio. National Gallery, Londres (175 x 190 cm).



Cazadores en la nieve. Pieter Brueguel. Kunsthisthorisches Museum, Viena (117 x 162 cm).





Cena en Emaús. Michelangelo Caravaggio. National Gallery, Londres (141 x 196 cm).



Descanso en la huída a Egipto. Michelangelo Caravaggio. Galleria Doria Pamphilj, Roma (133.5 x 166.5 cm).





Rapto de las hijas de Leucipo. Peter Paul Rubens. Alte Pinakoteck, Munich (224 x 211 cm).








Venus y Adonis. Peter Paul Rubens. The Hermitage, St. Petersburg (83 x 91 cm).



La Guardia nocturna. Rembrandt Hamensz van Rijn. Rijkmuseum, Amsterdam (363 x 437 cm).




Las Meninas. Diego Velázquez. Museo del Prado, Madrid (318 x 276 cm).




Aclaro que las dimensiones para una réplica son perfectamente las que el interesado pretenda, ya al mismo tamaño de la original o ya más pequeña, conservando en ambos casos una perfecta proporcionalidad y un delicado cromatismo muy fiel a la paleta usada en la pintura original.





El Parnaso. Nicolas Poussin. Museo del Prado, Madrid (145 x 197 cm).




Diana y Calixto. Francois Boucher. Musée du Louvre, París (57 x 73 cm).




El Gran Canal, Venecia. J.M.W.Turner. Metopolitan Museum of Art, New York (91 X 122 cm).




Debo agregar esta vez algo acerca del valor pecuniario de mi trabajo; este será directamente proporcional a la dificultad y tamaño de la obra; que por un periodo indeterminado aún estará muy al alcance de todo bolsillo y para dar una idea más plástica de este hito puedo anticipar que una de mis réplicas puede costar lo que cuesta un par de zapatos, puede valer lo que vale un notebook de última generación, tal vez el valor de un iPhone Touch Screen o, en fin, para decirlo ampliamente, en el caso de una obra de gran formato como podría ser "La Escuela de Atenas" de Rafael, "La Guardia Nocturna" de Rembrandt o "El Parnaso" de Poussin serían ya equivalentes a un Jeep Gran Cherokee Laredo Gas, con la garantía de por vida, pudiendo ser legado cultural por varias generaciones. Fuera de bromas, el valor debiera ser equivalente al costo de producción más algún valor agregado de acuerdo a las características de cada obra. Tampoco debiera ser menos que lo que vale el trabajo, por ejemplo, de un albañil cuando en pleno dominio de su oficio decora con gracia un piso con una nueva cerámica o el de un pintor de brocha gorda que con finas terminaciones cubre de un flamante brillo techos y paredes o por último, y para redondear con la analogía de la construcción, también puede ser equivalente al arte del arquitecto y el ingeniero, artífices en distintos planos de una obra constructiva.




Desayuno sobre la hierba. Édouard Manet. Musée d'Orsay, París (208 x 264 cm).




Au Moulin de la Galette. Pierre-Auguste Renoir. Colección privada (78 x 114 cm).




Bodegon con manzanas y naranjas. Paul Cezanne. Musée d'Orsay, París (73 x 92 cm).















Never more, O Taiti. Paul Gauguin. Courtauld Institute Galleries, Londres (60 x 116 cm).






Autorretrato. Vincent van Gogh. National Gallery, Washington D.C. (57 x 43.5 cm)









El beso. Gustav Klimt. The Österreichische Galerie Belvedere, Viena (180 x 180 cm).


Nesnudo en el diván. Amadeo Modigliani. Colección privada, París (100 x 65 cm).





Las señoritas de Avigñon. Pablo Picasso. Museum of Modern Art, Nueva York (245 x 235 cm).




Peces de colores y escultura. Henri Matisse. Museum of Modern Art, Nueva York (116.2 x 100.5 cm).





La invension de los mounstruos. Salvador Dalí. The Art Institute of Chicago (51.4 x 78.4 cm).




Teniendo en cuenta lo expuesto más arriba, al momento de concretar algún encargo, se hablara de un presupuesto y luego de un acuerdo, que puede ser muy flexible, pactándose por último el precio de mutua concordancia, para que una vez en sus manos, la réplica ubicada en su lugar predilecto, " goce y deleite" la Obra Maestra.





El huaso y la lavandera. Johans Moritsz Rugendas. Museo Nacional de Bellas Artes, Santiago (30 x 23 cm).





Escuadra Libertadora del Perú. Thomas Somerscales. Colección particular.





La perla del mercader. Alfredo Valenzuela Puelma. Museo Nacional de Bellas Artes, Santiago (214 x 138 cm).





Manzanillas en flor. Alberto Valenzuela Llanos. Colección particular (90 x 200 cm).




Gran vista del valle con palmas chilenas. Onofre Jarpa Labra. Colección particular (56 x 85.5 cm).







Paisaje con Quillayes y vacunos. Rafael Correa Muñoz. Colección particular (78.5 x 99.4 cm).













viernes, 19 de marzo de 2010

PINTURA CHILENA: ALFREDO VALENZUELA PUELMA


Ninfa de las cerezas

La devastación y el desconcierto que ha quedado después del Gran terremoto me obligó a hacer una pausa... El movimiento sísmico ha remecido también las emociones, la conciencia y el pensamiento; he temblado reconsiderando mi quehacer, y la conclusión ha sido de afirmación, de persistencia, de enfrentamiento ante cualquier adversidad a la manera de Epicuro.


Vida y obra de Alfredo Valenzuela Puelma


Este Gran Maestro de la Pintura Chilena y de aquí universal, nace en Valparaíso en 1856. Hace su primera formación artística en la Academia de Pintura bajo la dirección del pintor alemán Ernesto Kirchbach que luego continuara con el maestro Florentino Giovanni Mochi con quien mantendrá una gran amistad.
En 1881 realiza su primer viaje a Europa donde permanecerá por 4 años. Estudia acusiosamente las obras de Velázquez, Murillo, Ribera, Rembrandt y Tiziano visitando museos y copiándo varias de sus obras. Vuelve a Chile pero por poco tiempo ya que realiza un nuevo viaje en 1887, profundizando sus estudios en los museos y participando en los Salones donde recibe elogios de la crítica y del público; son de esta época sus conocidos desnudos La ninfa de las cerezas, Náyade cerca del agua y La perla del mercader.
En 1890 regresa nuevamente a Chile moviéndose continuamente entre Santiago y Valparaíso en su afán de organizar eventos culturales. Un biografo lo tilda de apasionado polemizador, crítico de su época y a juzgar por lo que fueron sus lecturas predilectas debió ser sin duda muy incisivo y vanguardista entendiéndose lo incomprendido y poco apreciado que fué su arte en Chile cuya mentalidad en muchos aspectos estaba aún empantanada en la época colonial. Lo mordaz de su crítica le traerá como consecuencias molestas enemistades que le cerraran caminos, y sería la suerte que corrieron otros hombres comprometidos que no simpatizaban a la altiva plutocracia chilena, como la suerte que correría su amigo , el Presidente Balmaceda, que prefirió el suicidio ante la guerra que le planteo el gran capital. Pero Valenzuela Puelma aún cuando admirase a Bakunin y Kropotkin no fue un miliciano anarquista sino un artísta cabal, enamorado de su arte. Su obra no cayó en lo propagandístico pues comprendió que el arte puede contener una rebelión radical y que puede ser tan explosiva como la dinamita cuya onda expansiva trasciende hacia la eternidad. El año pasado con motivo del Centenario de su muerte se organizo en la Corporación Cultural de Las Condes una retrospectiva de su obra; así las nuevas generaciones de familias de la alta alcurnia capitalina tuvieron una excepsional oportunidad de conocer su obra, mas lo que él pensaba acerca de las clases sociales, del abuso de unas sobre las otras, de la esclavización y el desprecio hacia los prójimos, posiblemente lo ignoraran por siempre porque en sus pinturas apenas se transmite su desasosiego por los temas de esta índole. Sin embargo, su vida dedicada de lleno a la pintura refleja su toma de posición hasta las últimas consecuencias que para él seria el desprecio por su obra, el olvido y una soledad enajenada en París hasta el día de su muerte.


Náyade cerca del agua (181 x 120 cm).



La lección de Geografía (82 x 110 cm).




Jarrón y manta Sevillana (58 x 39 cm).





La Sevillana (85 x 62 cm).



La perla del mercader (214 x 138 cm).


Ahora para un análisis puramente pictórico y estilístico transcribo un fragmento de exquisita prosa de un prestigiado teórico del arte en chile:
"Fué fiel a su ideal, y los cambios que se advierten persiguen siempre una mayor perfección. Algunas de sus obras están dentro de la mejor tradición pictórica. No la tradición fría y anacrónica de los académicos retardarios, sino la que busca el predominio de los valores plásticos sobre los puramente imitativos.
Incluímos en esas obras Retrato de Mochi y El niño del fez, cuyo valor artístico debemos considerarlo, no desde el punto de vista del retrato, sino como pintura, como un conjunto de formas, de masas coloreadas, que producen un cierto efecto figurativo.
Y vistas tales obras con ese criterio-el único válido para la historia del arte-pueden considerarse como de muy alta jerarquía plástica, destinadas, sin duda, a persistir en la estimativa de la posteridad.
La segunda, sobre todo, resume el saber y la madurez del pintor. Pintado este retrato en Sevilla, se recoge en él la experiencia acumulada a lo largo de los museos europeos. Es obra de acusada objetividad, pero tiene, empero, un halo de magia y de gracioso lirismo. El alma juvenil e ingenua del modelo se asoma a la mirada atenta y vigilante. Pero no es esto lo más valioso, sino la sencilla, la suprema lección de artesanía y, a la vez, la sublimación de la realidad al ser transformada en materia artística".
Antonio R. Romera : Historia de la Pintura Chilena




El niño del fez (27 x 18 cm).




Retrato del pintor Giovanni Mochi (70 x 55 cm)



Mi hijo Rafael (46 x 34 cm).



Niña co vestido amarillo (100 x 64 cm).


La mamá feliz (83 x 61 cm).